En este blog se presentan fragmentos originales de los libros que leí. No vierto aquí mis opiniones personales pues considero más efectivo que el mismo autor se encargue de seducirte con sus propias palabras.

viernes, 22 de agosto de 2014

100 mitos de la historia de México - Francisco Martín Moreno

Quien conociendo la verdad defiende las mentiras y confunde intencionalmente a la nación a cambio de un cargo publico o de un puñado de billetes, comete un delito social que debería ser asimilado al de traición a la patria...



La Inquisición no solo era el brazo armado de la corona, que descargaba su fuerza sobre los enemigos del reino, era además un espléndido negocio para la iglesia, pues todas las propiedades de los condenados pasaban a sus manos sin desembolsar un solo real. La riqueza de la iglesia está manchada de sangre. Resulta espeluznante que sus miembros hayan disimulado a través de las enseñanzas de Jesús tantos crímenes... ellos aprovecharon su autoridad espiritual para enriquecerse, una práctica que perdura hasta nuestros días.



EL ASESINATO DE LA CONCIENCIA
A pesar de que la Inquisición juzgó, torturó, condenó y asesinó a indígenas, judíos, mestizos, opositores a la corona y algunos herejes, sus crímenes no se reducen a estos agravios: ella es responsable del asesinato de la conciencia de losnovohispanos y de la herencia de embrutecimiento que nos ha marcado desde el siglo XVI. El Santo Oficio fue el gran perseguidor de las ideas, pues debido a su intervención los novohispanos no podían importar libros que estuvieran incluidos en el Index. La ciencia y la filosofía, al igual que las reflexiones políticas y religiosas ajenas al catolicismo, eran inaccesibles para los novohispanos, quienes tenían que conformarse con leer literatura edificante: vidas de santos, misales y obras acordes con las ideas de sus supuestos guías espirituales. Y para rematar este rosario de horrores es necesario señalar que, gracias al confesionario, al púlpito y al temor al auto de fe, los mexicanos fueron castrados en cuanto a su valor, a su talento y a la posibilidad de pensar por si mismos: las llamas de este mundo y el fuego eterno del mas allá nos causaron un daño irreparable. Los mexicanos siempre hemos sido talentosos, pero la Inquisición nos negó los nutrientes para nuestro intelecto, y por ello la iglesia católica es responsable de nuestro rezago científico y tecnológico, de nuestra incapacidad para subirnos al tren de la modernidad y, sobre todo, de mantenernos en el oscurantismo de la edad media. La iglesia es el principal lastre de los mexicanos, el peor enemigo del desarrollo y de las instituciones nacionales. Cuando Agustín de Iturbide llegó al poder, 98% de los mexicanos no sabían leer ni escribir, siendo que la iglesia era la encargada de educar a la colonia... Los protestantes deben leer la Biblia para salvarse: he ahí el camino de la religión para educarse. En cambio, el clero mexicano quiere brutos y ricos a sus feligreses para lucrar con su estupidez. ¿Educar para que después puedan descubrir sus mentiras? !Vamos, hombre!



Es cierto, nuestros indígenas -desde hace casi quinientos años- han sido embrutecidos por los sacerdotes, que sustituyeron las matemáticas por el padrenuestro.



Así, el 8 de mayo de 1862 las tropas conservadoras y francesas se retiraron a Veracruz, y Zaragoza envió un nuevo comunicado: “El orgulloso ejército francés se ha retirado, pero no lo hace como un ejército moralizado y valiente. Nuestra caballería los rodea por todas partes. Su campamento es un cementerio, esta apestado y se conoce, por las sepulturas, que muchos heridos han muerto”. Hasta aquí parecería que no se ha destruido ningún mito... salvo que no todos los atacantes eran franceses, sino mexicanos financiados por el clero: las tropas de Zaragoza vencieron a los franceses, pero la verdad que ha quedado descubierta es otra: los liberales también derrotaron a los conservadores. Este ultimo hecho siempre ha sido ocultado por los historiadores oficiales y por los lacayos de la iglesia, pues a ellos nunca les ha convenido que se sepa que, en la mayor victoria de nuestras armas, los derrotados también fueron ellos. Ese 5 de mayo la iglesia fue derrotada por las tropas liberales en un país mayoritariamente católico... efectivamente, los liberales católicos lucharon contra los conservadores católicos. Pero la iglesia no se resignó a la derrota y por ello pidió la ayuda del mejor ejercito del mundo, el francés, para así vencer a los liberales, objetivo en el que también fallo, al menos en un principio.



De este modo, Monteagudo, quien en ningún momento se apeo de su papel de líder del distinguido grupo de eclesiásticos, condujo la reunión con tal maestría que llevo a los asistentes al objetivo que el anhelaba: la independencia, que garantizaría la continuidad de la posesión de la riqueza, del poder y de las prebendas de la iglesia católica. Sin embargo, y a pesar de este primer acuerdo, aun quedaba un problema por resolver: .quien ejecutaría militarmente la independencia? (...) Para todo efecto, la única realidad era que finalmente nos emanciparíamos de España y que la iglesia conservaría su patrimonio y sus privilegios.



Zavala no paro aquí con sus criticas, pues según el, Hidalgo no hizo otra cosa que poner una bandera con la imagen de la virgen y correr de ciudad en ciudad con su gente, sin haber indicado siquiera que forma de gobierno quería establecer.



(hablando de Francisco I. Madero) Los políticos candorosos, invariablemente, terminan con un tiro en la cabeza. Benito Juárez y Porfirio Díaz no habían sido ingenuos: no terminaron sus días ni ahorcados ni asesinados.



...la alta jerarquía eclesiástica le hizo la guerra al gobierno mexicano entre 1858 y 1861
porque éste, compuesto por primera vez por personas capaces de oponer al omnímodo poder del clero las armas de la República, obligo a la iglesia a vender sus inmensos latifundios, que mantenía improductivos en perjuicio del desarrollo nacional.
Mas aún, después de promulgarse la ley de desamortización de los bienes del clero, en noviembre de 1855, se legisló sobre asuntos que la iglesia consideraba de su exclusiva competencia. De esta suerte, la “Ley Juárez” de 1856 creó el registro civil y le retiró el fuero, ciertamente injustificado, a los sacerdotes. Finalmente, el 5 de febrero de 1857 se promulgó una nueva Carta Magna que reivindicaba la autoridad del Estado en materia educativa, consideraba inviolable la libertad de escribir y de publicar escritos sobre cualquier materia, declaraba inexistentes en el país los títulos de nobleza y las prerrogativas u honores hereditarios, y —especialmente- establecía que en la República mexicana “nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales especiales. Ninguna persona ni corporación puede tener fueros”.
Por estas razones, en 1858 la alta jerarquía católica le declaró la guerra al gobierno. Sólo que la historia oficial, amañada y mercenaria, prefirió ocultar la verdad,



...un intelectual, es decir, hombre de libros y de preocupaciones inteligentes...



...la alta jerarquía católica, la eterna enemiga de México.




La revolución maderista era, esencialmente, un movimiento democratizador que no se propuso transformar la totalidad del régimen, sino cambiar su estructura autoritaria por una democrática.



el fracaso del campo mexicano, un problema que nadie ha podido resolver desde la ingeniosa creación del calpulli...



Pero la supuesta conquista e inmediata sumisión de la totalidad de los pueblos nativos de México a las armas españolas no resiste el menor análisis. ¡Falso y mil veces falso que todos los indios hayan sido condescendientes al dominio de los que, repugnando de los sacrificios humanos, levantaron en América la civilización de las hogueras!



Esto prueba que la conquista nunca fue realizada por completo y que muchos pueblos se levantaron contra el yugo opresor y tiránico del conquistador desde el principio hasta el fin del virreinato, dando muestras de una valentía y una ferocidad que difícilmente podrían ser calificadas como sumisión. La sumisión se da casi por completo cuando los españoles recurren a una herramienta que utilizaron eficazmente para conquistar espiritualmente a los mexicanos: la alta jerarquía católica invento a la virgen de Guadalupe, otro mito del que ya me he ocupado en otro capitulo de esta edición. La idolatría concluyo y los aborígenes empezaron a creer en una deidad de extracción europea, absolutamente falsa, que finalmente les aporto la paz y la resignación que requerían para vivir...



Recordemos que el clero combatió a la Constitución de Apatzingan de 1814, coronando exitosamente sus esfuerzos con la prisión, tortura y muerte de José María Morelos; posteriormente, se opuso a la Constitución liberal de Cádiz, para lo cual apresuró la consumación de la independencia en 1821; igualmente rechazó la Constitución Federal de 1824, para cuya derogación apoyó sendos golpes de Estado militares. De esta manera, no fue nada sorpresivo que desde que el presidente designado por la triunfante revolución de Ayutla, Juan N. Álvarez., en octubre de 1855 lanzara la convocatoria para la conformación de un Congreso que se encargara de elaborar una nueva Constitución, la iglesia se preparara para oponer una nueva resistencia armada.



El 23 de noviembre de 1855 el ministro de Justicia, licenciado Benito Juárez García, publicó la “Ley de Administración de Justicia y Orgánica de los Tribunales de la Federación”, la famosa “Ley Juárez”, en cuyo capítulo de Disposiciones Generales establecía: Art. 42. Se suprimen los tribunales especiales, con excepción de los eclesiásticos y militares. Los tribunales eclesiásticos cesarán de conocer en los negocios civiles, y continuarán conociendo de los delitos comunes de los individuos de su fuero, mientras se expide una ley que arregle este punto [...}.


Benito Juárez, el líder de los gladiadores de la Reforma, el vencedor del imperio y de los conservadores, fue el más reconocido enemigo de la iglesia católica -la cual le ha declarado varias veces la guerra al Estado mexicano al rechazar la validez de las constituciones de 1824, 1857 y 1917—. Por su parte, la jerarquía eclesiástica no tuvo el menor empacho en financiar, con las limosnas entregadas por el pueblo de México, un nuevo movimiento armado para no ver afectados sus intereses económicos ni sus privilegios políticos. De esta suerte, provocó el estallido de la guerra de Reforma en 1858, una sangrienta lucha entre mexicanos que enluto al país, y que posteriormente propició la intervención militar francesa, durante la cual el ejército clerical lucho al lado de las fuerzas invasoras hasta lograr imponer a un príncipe extranjero, Maximiliano de Habsburgo, en el Castillo de Chapultepec..



Juárez y su gobierno se vieron obligados a recorrer el país para mantener la Constitución.
La República viajaba en carruaje, se decía en aquellos anos patéticos. Debido a la invasión francesa, Juárez no pudo convocar a elecciones y extendió su mandato mediante el decreto del 8 de noviembre de 1865: él -por obvias razones- permanecería al frente del ejecutivo hasta que se restaurara la República.



Juárez jamas podrá ser tachado de dictador al estilo de Porfirio Díaz, aunque el clero resentido se empeñe en manchar su memoria.



(Maximiliano) nunca comentó sobre las anotaciones de su diario, donde había plasmado con claridad su postura ante la religión y el clero: "La religión [escribió el futuro emperador] como deber moral es necesaria y consoladora, porque solo ella mantiene el equilibrio de una persona; en cambio, la religión practicada como pasión es un furor como
cualquier otro, y normalmente degenera en fanatismo y tortura a sus victimas, y muchas veces se transforma en el extremo contrario”.
Para Maximiliano era claro que la religión debía ser moderada, pues de otra manera los crímenes de la Inquisición se repetirían, y la tortura y el fanatismo se apoderarían de las naciones. Pero él no solo tenia estas ideas: a diferencia de sus familiares mas cercanos -como su hermano, el emperador austríaco- estaba plenamente convencido de uno de los principios básicos del liberalismo, como la separación de la iglesia y el Estado.



Así, cuando el Habsburgo subió al trono, la jerarquía eclesiástica supuso que él solucionaría esa “injusticia”, pero cuan grande sería su sorpresa al enterarse de que el emperador no estaba dispuesto a dar marcha atrás y tenia la intención de promover la igualdad ante la ley y la libertad individual, dos conceptos que anularían los fueros religiosos y abrirían la puerta a la libertad de conciencia.



Una de las mejores herencias del emperador es un libro de su autoría que lleva por titulo "Los traidores pintados por sí mismos". Por supuesto que en dicha obra, también echada al olvido, el príncipe europeo exhibió a la ridícula reacción mexicana, una de las grandes culpables de nuestro atraso histórico.



El asesinato de Álvaro Obregón en 1928, marcó el inicio de una crisis política: aunque oficialmente el magnicidio fue perpetrado por José de León Toral, un fanático religioso que terminó siendo fusilado, en los pueblos y ciudades del país se contaba un chiste siniestro:
—Usted sabe quién mato a Obregón?
¡Cálles...e la boca, no me pregunte eso!



...los mexicanos únicamente cambiamos al Jefe Máximo (Plutarco Elías Calles) por el Señor Presidente (Lázaro Cárdenas) , en cuyo puño morirían asfixiados el Congreso, la Suprema Corte, la libertad de prensa, las garantías individuales y todo asomo de democracia durante los siguientes setenta anos de priismo. Es verdad: los presidentes priistas, auténticos caciques sexenales, subordinaron los poderes de la Unión a sus estados de ánimo y, en consecuencia, las instituciones de la República, lejos de servir a la ciudadanía, solo sirvieron para simular la existencia de una democracia, sancionando así la validez del apotegma de Jean Francois Revel: “Las revoluciones sirven para concentrar aun mas el poder... o no sirven para nada”.
El balance de dicho presidencialismo lo hizo el escritor Mario Vargas Llosa para la historia: “el sistema político mexicano encabezado por el PRI es la dictadura perfecta...”.



Los documentos que he presentado bastan para demostrar que Miguel Hidalgo no fue el consumador de nuestra libertad. Su mérito, y el de Allende, es haber iniciado una lucha que -debido a Morelos- abandonó las ideas de restauración para fijarse un nuevo objetivo: la independencia de Nueva España.



Obregón había vencido, había traicionado a su antiguo jefe, pero eso no tenia la menor importancia: la presidencia bien valía un homicidio.




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